¡Qué buen financiero soy!, tengo ahorrado el dinero de las amortizaciones acumuladas. Esta idea es la que se desprende de unos ejercicios para alumnos universitarios de contabilidad que dicen: “los fondos de amortización, que se encontraban invertidos en acciones, se realizan…”.
En esta expresión coinciden una falacia y un consejo discutible. Es una falacia porque induce a pensar que las amortizaciones generan caja (tanto es así que con la misma se habrían comprado acciones), y es discutible la política de ir separando ese teórico dinero, ahorrarlo para el mañana.
Esta idea que las amortizaciones generan caja también se puede derivar de esa forma simplificada de estimar el cashflow generado por una empresa aplicando la fórmula de sumar las amortizaciones al beneficio neto.
Hay un concepto básico que no se debería desconocer: la amortización no es más que un apunte contable, que no tiene efectos financieros directos. Y si no termina de entenderlo haga la siguiente prueba: primero pida a su contable que haga un apunte por amortizaciones, y a continuación compruebe en todas sus cuentas bancarias si es que en alguna entra ese dinero. Desgraciadamente seguirán igual que antes del apunte.
Lo que realmente habrá impactado las cuentas bancarias han sido las decisiones pasadas de invertir en el inmovilizado que hoy estamos amortizando y de cómo financiarlo. Ahora las amortizaciones solo pueden causar un efecto financiero indirecto, por su mayor o menor repercusión contable sobre el beneficio, y de ahí sobre la liquidación del impuesto de sociedades.
Por lo tanto la posibilidad de materializar una dotación contable (amortizaciones) en una inversión financiera (acciones) tiene poco y nada que ver con las políticas contables sino que está condicionado por la gestión financiera. Al respecto se puede profundizar en un post anterior.
La segunda idea, la política de tener unas reservas financieras destinadas a un uso específico, ¿en qué sentido es discutible?. Podríamos decir que es rescatable de la misma el espíritu de disciplina, de rigor, en la aplicación de los fondos. Pero automáticamente, solo por definición, no se puede asegurar que la constitución de esa reserva sea el mejor destino que se le podría dar a los fondos generados por el negocio.
Las respuestas correctas las daría una estrategia financiera que con decisiones sobre tres áreas clave (inversiones en inmovilizado y en circulante, financiación y reparto de beneficios) establecería si la constitución de esa reserva tiene cabida. No se puede pretender que por definición se deba entender como sinónimo de buena gestión el disponer de esta reserva.
Volviendo al arranque de este post, a las enseñanzas universitarias, si en lugar de razonar la contabilidad su aprendizaje se basa en la memorización (conocer las cuentas del PGC como si uno fuese a opositar), eso genera una cierta miopía, llevando a que no se entiendan los principios financieros y se produzcan confusiones como las aquí comentadas.
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