Generalmente
los sistemas de costes cumplen dos funciones: ayudan a determinar el beneficio
del ejercicio y sirven para controlar el nivel de gasto y evaluar la gestión.
Pero habitualmente dejan un flanco al descubierto ya que no son efectivos en apoyar la toma de decisiones.
Las dos
primeras funciones tienen la ventaja de que pueden ser satisfechas mediante
técnicas de costes tradicionales, y a través de procesos mecanicistas,
repetitivos, en los que las entradas y salidas de información, así como su
tratamiento, pueden estar preestablecidas. Pero, apoyar a las decisiones es
otra cosa; las cifras a considerar y el
tratamiento a darles dependen de la decisión que se quiera tomar. Esta
situación se resume en la frase “costes
distintos para propósitos distintos”.
Estrictamente
hablando, los costes relevantes para
tomar una decisión concreta son los costes futuros
(no los históricos) y los costes diferenciales
(relacionados a esa decisión y tomando una alternativa como punto de
referencia), y en ocasiones hay que considerar también los costes de oportunidad. Por lo tanto, las cifras contables ya no
sirven por sí mismas, se hace necesario reelaborar los datos y añadir otra
información extracontable.
DECISIONES
SOBRE PRODUCTOS
Distintos
estudios muestran que, cuando en una empresa existen muchos productos, no solo
se cumple la regla del 80-20 (el 20% de los productos genera el 80% de las
ventas), sino que sólo la mitad de los
productos son rentables. En la mayoría de los casos esta situación se
mantiene por falta de información adecuada al nivel de producto individual.
Una
mejor información sobre la rentabilidad de los productos permite decisiones como cambiar los precios,
cambiar la mezcla de productos, rediseñar productos, cambiar las políticas
operativas, mejorar el proceso productivo, o eliminar productos.
El
sistema de costes tiene que asegurar que la mecánica que utiliza no produce
desviaciones significativas entre el coste "real" y el coste
"calculado" de los distintos productos, y que por lo tanto los costes atribuidos ayudan a sacar a la
luz las diferencias de rentabilidad. En la realidad estas diferencias
tienden a darse en los productos que se fabrican en volúmenes bajos, contra
pedido y se originan en el distinto consumo de actividades indirectas.
DECISIONES
SOBRE CLIENTES
Los
estudios muestran que aquí también se da que, cuando se atribuyen los costes
adecuadamente, solo la mitad de los clientes aportan rentabilidad, con la
característica de que los grandes clientes tienden a estar en los extremos: o
son los más rentables o son los menos rentables.
Las decisiones que pueden tomarse con una
mejor información de la rentabilidad de clientes se refieren a proteger a los
clientes rentables, desprenderse de los no-rentables y renegociar precios o
relaciones sobre la base del "coste de servir” (concepto que considera
todos los aspectos que hacen que un cliente tenga un coste diferencial).
Entre las
características que hacen que se produzcan diferencias entre clientes destacan
la producción o envío estandarizado versus a la medida, y los pedidos de altos
volúmenes versus de bajo volumen.
Como
puede verse, son muy significativas las aportaciones que puede hacer un sistema
de costes que apoye efectivamente la toma de decisiones. Por eso debe
considerarse este aspecto como una función básica y prioritaria de tales sistemas.