Mejorando el rendimiento de la acción comercial



Las áreas comerciales de las empresas están enfrentando fuertes presiones que les exigen mejorar su rendimiento. Fuera de la empresa se encuentran con mercados recesivos y cambiantes, y dentro de la misma con objetivos de no perder cuota de mercado al mismo tiempo que de reducción de costes.
 
 La búsqueda de un mejor rendimiento comercial no es un camino evidente. Pero aunque se pueda considerar que la función comercial es un área con mayor “arte” que otras (como ser el área financiera o la de producción) eso no debe ser un obstáculo para el desarrollo de un programa de mejora.
 
Los beneficios que pueden obtenerse de un programa de ese tipo son importantes, destacando un aprovechamiento máximo de las oportunidades comerciales, el incremento de rentabilidad del gasto comercial y un reforzamiento de la sostenibilidad de la empresa.
 
 El programa debe abarcar todos los elementos que contribuyen a la acción comercial: la estrategia comercial, la dirección de las actividades de venta, las operaciones comerciales (gestión de cuentas, de terceros y de los puntos de venta) y los elementos de soporte a las actividades de venta (delegaciones, administración comercial, etc.).
 
Se pueden organizar las tareas de revisión en tres líneas de trabajo: Estrategia, Rendimiento y Control. Cada una de ella se centra en determinados temas y aplica un enfoque de análisis específico.
 
La línea ESTRATEGIA comprende la revisión de las estrategias comerciales que afectan directamente a la función de ventas. En ese sentido se revisa la adecuación de decisiones como la selección de canales de venta, la realización interna o externa de las distintas funciones comerciales y la gestión diferenciada de canales y clientes.
 
La línea RENDIMIENTO, mediante un análisis profundo de datos y de procesos, se ocupa de evaluar la efectividad y eficiencia de las distintas áreas de venta. Para eso se analiza:
 
  • Análisis de la efectividad general comercial. Los principales indicadores (ventas, márgenes, participación, gastos, etc.) son comparados con los objetivos establecidos y con los correspondientes a la competencia.
  • Ratios operativos de las áreas de venta. Se estudian tanto a nivel departamental (dimensionamiento, distribución geográfica, cobertura, frecuencias, costes, etc.) como a nivel individual (cumplimiento de objetivos, productividad, etc.).
  • Revisión de las prácticas operativas. Se analizan distintos elementos, como ser estructura organizativa, procesos y técnicas de venta, competencias, herramientas TIC.
 
La línea CONTROL se ocupa de las actividades relativas a la dirección del equipo comercial, a distintos niveles y tanto de los recursos propios como de terceros. Para eso se revisan aspectos como la planificación comercial, la supervisión de la fuerza de ventas, el control de los gastos comerciales y los flujos de información.
 
Estas líneas de trabajo permiten identificar debilidades y oportunidades de mejora, y los cambios necesarios para solucionarlas o para reforzar la gestión comercial, pudiendo así obtener los importantes beneficios que están en juego.
 
 

Financiación bancaria: ¿conseguir la dosis o reducir el consumo?

Una característica destacable de la crisis económica española es que la disponibilidad de crédito ha seguido la trayectoria del péndulo, pasando del extremo del crédito fácil y superabundante al otro extremo de la restricción exagerada. En muchos casos la burbuja crediticia puede haber generado una cierta adicción al endeudamiento, por lo que en las circunstancias actuales ante una necesidad de conseguir dinero es sano plantearse qué es lo más adecuado, si perseverar en su búsqueda o reducir la necesidad.

 Indudablemente en determinados casos hacerse este planteamiento es como discutir si son galgos o podencos, porque “lo que importa” ahora mismo obliga a que conseguir financiación sea prioridad absoluta. Son los casos graves de falta de liquidez, con alto riesgo a corto plazo de no poder cubrir los compromisos. Son también los casos de empresas con grandes pérdidas, que más que refinanciarse necesitan reestructurarse.

 Pero cuando la empresa tiene un cierto margen temporal de maniobra es conveniente analizar la cuestión con una perspectiva más amplia, que incorpore otros objetivos, y que no dé por sentado que negociar con los bancos es lo único que hay que hacer.

 Un análisis de este tipo pasa primero por llegar a las causas fundamentales de la necesidad de fondos, juzgando críticamente si hay que satisfacer esa necesidad, reducirla o directamente eliminarla. Porque la causa directa de la necesidad es que en los flujos previstos los pagos son mayores que los ingresos, por lo que hay que cubrir ese hueco, pero ¿están económicamente justificados todos esos pagos? ¿sólo pueden obtenerse los fondos mediante endeudamiento?.

Justifican la búsqueda de financiación bancaria situaciones como el crecimiento rentable de la actividad (que requiere inversiones en activos fijos y capital de trabajo), o la necesidad de reemplazar a una entidad bancaria que no quiere renovarnos las operaciones a pesar de que nuestra empresa es solvente y cuenta con una estructura financiera adecuada.

Obligan a otras prioridades aquellos casos en los que las causas se encuentran en la necesidad de cubrir pérdidas, sin que se ataquen a fondo los problemas que las generan, o casos en que sin que haya crecimiento en ventas sin embargo se incrementan los activos. Otra situación de facto: actualmente es insostenible pretender mantener estructuras financieras superapalancadas, con riesgo elevado de insolvencia (que generalmente no se plantearon a partir de una “ingeniería financiera” agresiva sino simplemente por una escasez crónica de recursos propios).

Una vez analizadas las causas fundamentales y decidido en consecuencia, lo que podría llevar a que se vean reducidas las necesidades de fondos, corresponde trabajar sobre las posibles fuentes, que no deben considerarse limitadas al endeudamiento bancario.

Se puede conseguir financiación liberando fondos que ya están en nuestro balance, pero atrapados en activos mal rentabilizados, a los que podemos desbloquear mediante una mejor gestión tanto de los activos circulantes como de los inmovilizados.

El actual proceso de desapalancamiento al que se ven forzadas las compañías obliga a aumentar los recursos propios, incrementando la participación de los accionistas. Esto lleva a replantearse la configuración institucional de la empresa, con todo lo que puede significar en cuanto a la eventual necesidad de buscar nuevos socios.

Una vez que se ha asegurado que las necesidades de fondos surgen de un modelo de negocio rentable, de una organización eficiente y de una estructura financiera adecuada a las circunstancias actuales, entonces se puede acometer la búsqueda de financiación bancaria. Ahora con el valor añadido de un proyecto de negocio más sólido y de una mayor transparencia, lo que facilitará las negociaciones.

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