Financiación bancaria: ¿conseguir la dosis o reducir el consumo?

Una característica destacable de la crisis económica española es que la disponibilidad de crédito ha seguido la trayectoria del péndulo, pasando del extremo del crédito fácil y superabundante al otro extremo de la restricción exagerada. En muchos casos la burbuja crediticia puede haber generado una cierta adicción al endeudamiento, por lo que en las circunstancias actuales ante una necesidad de conseguir dinero es sano plantearse qué es lo más adecuado, si perseverar en su búsqueda o reducir la necesidad.

 Indudablemente en determinados casos hacerse este planteamiento es como discutir si son galgos o podencos, porque “lo que importa” ahora mismo obliga a que conseguir financiación sea prioridad absoluta. Son los casos graves de falta de liquidez, con alto riesgo a corto plazo de no poder cubrir los compromisos. Son también los casos de empresas con grandes pérdidas, que más que refinanciarse necesitan reestructurarse.

 Pero cuando la empresa tiene un cierto margen temporal de maniobra es conveniente analizar la cuestión con una perspectiva más amplia, que incorpore otros objetivos, y que no dé por sentado que negociar con los bancos es lo único que hay que hacer.

 Un análisis de este tipo pasa primero por llegar a las causas fundamentales de la necesidad de fondos, juzgando críticamente si hay que satisfacer esa necesidad, reducirla o directamente eliminarla. Porque la causa directa de la necesidad es que en los flujos previstos los pagos son mayores que los ingresos, por lo que hay que cubrir ese hueco, pero ¿están económicamente justificados todos esos pagos? ¿sólo pueden obtenerse los fondos mediante endeudamiento?.

Justifican la búsqueda de financiación bancaria situaciones como el crecimiento rentable de la actividad (que requiere inversiones en activos fijos y capital de trabajo), o la necesidad de reemplazar a una entidad bancaria que no quiere renovarnos las operaciones a pesar de que nuestra empresa es solvente y cuenta con una estructura financiera adecuada.

Obligan a otras prioridades aquellos casos en los que las causas se encuentran en la necesidad de cubrir pérdidas, sin que se ataquen a fondo los problemas que las generan, o casos en que sin que haya crecimiento en ventas sin embargo se incrementan los activos. Otra situación de facto: actualmente es insostenible pretender mantener estructuras financieras superapalancadas, con riesgo elevado de insolvencia (que generalmente no se plantearon a partir de una “ingeniería financiera” agresiva sino simplemente por una escasez crónica de recursos propios).

Una vez analizadas las causas fundamentales y decidido en consecuencia, lo que podría llevar a que se vean reducidas las necesidades de fondos, corresponde trabajar sobre las posibles fuentes, que no deben considerarse limitadas al endeudamiento bancario.

Se puede conseguir financiación liberando fondos que ya están en nuestro balance, pero atrapados en activos mal rentabilizados, a los que podemos desbloquear mediante una mejor gestión tanto de los activos circulantes como de los inmovilizados.

El actual proceso de desapalancamiento al que se ven forzadas las compañías obliga a aumentar los recursos propios, incrementando la participación de los accionistas. Esto lleva a replantearse la configuración institucional de la empresa, con todo lo que puede significar en cuanto a la eventual necesidad de buscar nuevos socios.

Una vez que se ha asegurado que las necesidades de fondos surgen de un modelo de negocio rentable, de una organización eficiente y de una estructura financiera adecuada a las circunstancias actuales, entonces se puede acometer la búsqueda de financiación bancaria. Ahora con el valor añadido de un proyecto de negocio más sólido y de una mayor transparencia, lo que facilitará las negociaciones.

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