El
libro “Los 7 hábitos de la gente altamente efectiva” de Stephen Covey ha vuelto
a posicionarse como éxito de ventas. En estos momentos de crisis, donde la
efectividad es condición indispensable para la supervivencia, podemos usar las
ideas de Covey para mejorar la gestión de la empresa y de nosotros mismos.
PRIMER HÁBITO
“Sea
proactivo”. Significa que debemos considerarnos
responsables de nuestras propias vidas ya que nuestra conducta tiene que ser
función de nuestras decisiones y no de nuestras condiciones. Proactividad
significa también tomar la iniciativa, reconocer nuestra responsabilidad de
hacer que las cosas sucedan.
No
podemos limitarnos a esperar que una mejora general de la economía o decisiones
del Gobierno mejoren nuestra situación. Son nuestras propias decisiones y
acciones las que tienen que salvar la empresa.
SEGUNDO HÁBITO
“Empiece con un fin en mente”. Consiste en empezar hoy con la imagen o modelo de
vida que queremos, y esto se plasma en un enunciado de la misión personal. Las
organizaciones también necesitan de enunciados de misión; deben surgir de las
entrañas de la organización, logrando compromiso en base a la participación en
su desarrollo.
Ahora
más que nunca la empresa necesita una visión clara de hacia dónde se dirige y cómo
recorrer ese camino. Una estrategia adecuada a la situación y compartida por todos
los que deben ejecutarla.
TERCER HÁBITO
“Establezca primero lo primero”. Este hábito se ocupa de la gestión del tiempo y de la
delegación, es la capacidad de “hacer lo que decimos”. Las personas efectivas
se centran en las cosas no-urgentes pero importantes y saben delegar en
encargados (la delegación se centra en los resultados, no en los métodos).
Necesitamos
máxima productividad de todos los trabajadores, especialmente del Director
General y otros directivos. Para eso es fundamental un buen uso del tiempo, establecer adecuadamente las prioridades y no
incurrir en subdelegación (hacer uno mismo lo que podría hacer un subordinado).
CUARTO HÁBITO
“Pensar en ganar/ganar”. Esto es una filosofía de la interacción humana que
constantemente procura el beneficio mutuo; todas las partes se sienten bien con
la decisión que se tome, y se comprometen con el plan de acción.
Esta
orientación a la cooperación, más que a la competición, hay que aplicarla tanto
a las relaciones jefes/empleados como a las relaciones externas con clientes y
proveedores.
QUINTO HÁBITO
“Procure primero comprender, y después ser
comprendido”. Este hábito se ocupa de la comunicación
interpersonal efectiva, y para eso se basa en la capacidad para la escucha empática,
que consiste en comprender a la otra persona tanto emocional como
intelectualmente. Y se basa también en poder exponer sus propias ideas con
claridad, concretamente, y en el contexto de los modelos y preocupaciones de
los otros.
Las
situaciones de crisis generan cuestiones impensables en épocas normales, por lo
que hay que afinar la comunicación con empleados, clientes y proveedores, para
ser capaz de captar y transmitir mensajes a los que no estamos acostumbrados.
SEXTO HÁBITO
“Sinergice”. Se
ocupa de los principios de la cooperación creativa en las interacciones
sociales; cómo lograr que el todo sea mayor que la suma de las partes.
Necesitamos
innovación y mucha energía para sacar nuestros planes adelante. Ahora más que
nunca la empresa tiene que lograr sinergias en la suma de capacidades
individuales mediante un clima y una cultura que libere energía creadora y
genere entusiasmo.
SEPTIMO HÁBITO
“Afile la sierra”. Este hábito se ocupa de la capacidad de producción
personal. Significa preservar y realzar el mayor bien que uno tiene: uno mismo;
se renuevan las cuatro dimensiones de la naturaleza: física, espiritual, mental
y social. La dimensión física implica comer adecuadamente, descansar lo
suficiente y hacer ejercicio regularmente. La renovación mental es no dejar que
se nos atrofie la mente, lo que sucede cuando dejamos de pensar analíticamente
o de explorar temas nuevos.
La
empresa tiene que prepararse para gestionar la crisis como se prepara un
deportista para una prueba. Esto implica una renovación en sus distintas
dimensiones: la economía del negocio, el desarrollo profesional, las relaciones
humanas, la ética empresarial.
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