Lo que importa es el Balance

Ya comentamos en un post anterior sobre la práctica, bastante generalizada, de sobreponderar la importancia de la Cuenta de Resultados en el seguimiento del rendimiento de la empresa, olvidando en cierta medida al Balance como instrumento de gestión de uso permanente.

Menospreciar la información que aporta el Balance es un craso error porque es mediante el mismo que podemos llegar a apreciar la salud y la rentabilidad de la empresa.

Es el Balance quien refleja la situación de liquidez de la empresa, o sea su capacidad de atender las deudas a medida que venzan, lo que podemos llamar “la Caja”. Hay que recordar que los síntomas de falta de liquidez son una especie de indicador adelantado de problemas futuros, y que incluso empresas que generan beneficios pueden tener problemas de liquidez.

El análisis definitivo depende de información adicional, pero muy posiblemente es mala cosa cuando el Balance muestra que el Pasivo circulante es superior que los Activos circulantes. Serán las proyecciones de tesorería, considerando los vencimientos específicos de cada partida, quienes darán luz sobre la situación real y el riesgo de incumplimiento. A veces las prácticas de cobro y de pago de un determinado sector industrial permiten operar con capital de trabajo negativo, pero por regla general se espera que sea positivo.

Es el Balance quien nos permite analizar la solvencia de la empresa, su solidez financiera, en tanto su capacidad a largo plazo de cancelar todas sus deudas. Se estima en base a la proporción existente entre los recursos propios y las deudas con terceros. Lo que llamamos también “endeudamiento” o “apalancamiento”.

Actualmente atravesamos un período de “desapalancamiento forzado” provocado por las restricciones de financiación, pero como consecuencia de las épocas de crédito fácil quedan todavía muchos Balances sobrecargados de deuda. Y quizás también con la solvencia empeorada por algunos años de pérdidas.

Es en el Balance donde se reflejan los activos utilizados para las actividades del negocio y los recursos propios aportados por los accionistas. Es la información que nos permitirá apreciar la rentabilidad de la empresa (los beneficios por sí mismos no implican una rentabilidad adecuada), tanto en relación a los activos empleados como a los capitales invertidos.

El análisis de las distintas partidas del Balance nos da una visión más ajustada de la situación patrimonial. Así es como podemos identificar una inversión en cuentas de Clientes que en realidad está enmascarando incobrables que no nos resignamos a reconocer, o Existencias innecesarias que deberíamos liquidar, por no hablar de “gastos diferidos” que en realidad son la activación de pérdidas.

Por otro lado corresponde decir que el análisis financiero no se puede limitar a solo el Balance y a un único Balance. Al ser como una “foto fija” es muy importante disponer de Balances anteriores para poder analizar tendencias. Hay que complementar la información histórica en base a criterios contables con datos proyectados mediante presupuestos de explotación y de tesorería, así como con valoraciones a precios de mercado. Y lógicamente utilizar también, cruzando datos, la Cuenta de Resultados y el Estado de origen y aplicación de fondos.

Podríamos resumir en que de lo que se trata es de tener “prudencia informativa”, en el sentido de utilizar en su justa medida el Balance, que es el instrumento de gestión que mejor refleja la salud económica y financiera de la empresa, a corto y largo plazo.

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